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Title: Análisis epidemiológico de las quemaduras eléctricas en trabajadores y su relación con el nivel de conocimiento sobre riesgo eléctrico en el Ecuador, periodo 2004-2014
Author(s): Iturralde Espinosa, Ana Lucía
Thesis Director: Alban, Jorge
Type: masterThesis
Keywords: PREVENCION DE ACCIDENTES;QUEMADURAS;SEGURIDAD INDUSTRIAL;TRABAJADORES ELECTRICISTAS;MAGISTER EN SEGURIDAD Y PREVENCION DE RIESGOS DEL TRABAJO
Issue Date: 2016
Publisher: POSGRADOS FACULTAD:MAESTRÍA EN SEGURIDAD Y PREVENCIÓN DE RIESGOS DEL TRABAJO
Abstract: La quemadura es un proceso patológico en el cual existe disrupción de las membranas celulares causada por el contacto directo o indirecto con una fuente térmica, eléctrica, química, física o radiactiva lo suficientemente fuerte como para causar muerte celular (Phillip & Dennis, 2014). La clasificación de las quemaduras de acuerdo a su profundidad fue descrita hace más de 400 años, cuando en 1607 en la localidad de Basle, Wilhelm Fabry (1560-1634) publicara una extensa revisión de las quemaduras en su libro denominado De combustionibus (Branski, Herndon, & Barrow, 2012). En este trabajo, Fabry clasificó las quemaduras de acuerdo a la profundidad de la lesión y el daño estructural a la piel y sus capas. Esta clasificación dividió las quemaduras por un largo periodo de tiempo en quemaduras de primer, segundo y tercer grado (Jackson, 1953). Esta clasificación permaneció invariable por muchos años hasta que en 1953 Jackson y sus colaboradores clasificaran a las quemaduras de acuerdo a la fisiopatología de las mismas, cuya clasificación permanece como la base de nuestro entendimiento con respecto a la profundidad de las quemaduras en relación a las capas de la piel (Jackson, 1953). En relación a la gravedad de las quemaduras y su pronóstico, la literatura mundial establece que la morbimortalidad aumenta en relación directa con la profundidad, la extensión (superficie corporal total quemada), el agente causal y las condiciones preexistentes del paciente(Iqbal, Saaiq, & Ali, 2012; Morgan & Miser, 2014). En relación a la distribución de acuerdo al agente causal, las quemaduras térmicas son las más comunes a nivel mundial, seguida por las quemaduras de origen eléctrico y seguidas por las causadas por irradiación, las físicas y finalmente las químicas (Burton, Sharma, Harrop, & Lindsay, 2009; Mertens, Jenkins, & Warden, 1997; Ortiz-Prado, E, 2012; Phillip & Dennis, 2014; Song & Chua, 2005). La Asociación Americana de Quemaduras “American Burn Association” ABA utiliza la clasificación que determina el nivel de profundidad del daño tisular y la cantidad de tejido afectado, siendo esta, quemaduras de primer grado, segundo grado superficial, segundo grado profundo y finalmente las quemaduras profundas o conocidas también como quemaduras de tercer grado (Atiyeh, Gunn, & Hayek, 2005; Phillip & Dennis, 2014). La distribución de las quemaduras de acuerdo a su etiología varía significativamente de acuerdo a la región y al país, observando un porcentaje de quemaduras eléctricas más alto en países en vías de desarrollo. Este elevado porcentaje de quemaduras eléctricas en países en vías de desarrollo tiene varios factores desencadenantes, reflejando deficiencias en los sistemas de seguridad ocupacional, incluyendo entre estos las pobres condiciones de trabajo y la falta de planificación urbana(de la Fuente-Núñez et al., 2012). Datos de algunos países han mostrado que la pobreza y falta de educación están correlacionadas con la epidemiologia y posiblemente la severidad de las quemaduras, especialmente las eléctricas (Liao & Rossignol, 2000). Por otro lado, las estadísticas más actuales sobre quemaduras en países desarrollados indican que existe una tendencia a la baja en relación a la mortalidad causada por quemaduras. En los EEUU aproximadamente 400,000 personas requieren atención médica en unidades médicas especializadas(unidad de quemados, cuidados intensivos, etc.) anualmente, sin embargo, la mortalidad actualmente no supera el 3%, numero significativamente menor al reportado en 1980 el cual llegaba hasta el 30%(Iqbal et al., 2012; Kauvar, Cancio, Wolf, Wade, & Holcomb, 2006). En un meta análisis publicado en el 2010 con datos de varios países de Europa se reporta que aproximadamente 186,500 personas sufren quemaduras al año, con una mortalidad que en el peor de los casos no supera el 18% (Brusselaers, Monstrey, Vogelaers, Hoste, & Blot, 2010). La alta mortalidad y las frecuentes complicaciones son las causas principales de pérdidas de años de vida saludables y de años de vida con alguna incapacidad funcional (DALY y QALY). Otras consecuencias de los diferentes tipos de quemaduras incluyen molestias que van desde el dolor temporal (quemadura de primer grado) y dolor intenso, alteraciones funcionales, infecciones o daños orgánicos hasta la perdida de miembros por carbonización, parada cardiaca por electrocución, insuficiencia renal por destrucción muscular en quemaduras eléctricas, shock hipovolémico por deshidratación severa y finalmente la muerte (Cahill, Tiong, & Conroy, 2013; Holm, Hörbrand, Henckel von Donnersmarck, & Mühlbauer, 1999; Paula Vernimmen, 2005; Piotrowski et al., 2013). Las implicaciones físicas, emocionales y socioeconómicas así como las secuelas funcionales consecuencia de las quemaduras pueden ser devastadoras. Con respecto al tratamiento de las quemaduras, la información es sumamente extensa abarcando literalmente miles de tratamientos caseros incluyendo: mezclas eutécticas, pócimas, recetas, ungüentos y tratamientos clínicos y quirúrgicos no controlados por personal médico. La primera referencia que tenemos sobre las quemaduras y su tratamiento viene desde hace más de 1500 A.C cuando Ebers escribió que el tratamiento en aquellas épocas era una delicada mezcla de lodo negro y excremento de vaca para cubrir vastas zonas de piel quemada(Saber, 2010). Conforme pasaron los años y las publicaciones médicas fueron un poco más comunes, diversos métodos fueron copando la literatura técnica(Corner & Oakden, 1913, p. 194). No fue hasta finales de la primera guerra mundial cuando se establecieron normas más controladas y efectivas usadas como tratamiento principal, incluyendo prioritariamente a la resucitación hídrica agresiva, la resección quirúrgica rápida y la posterior cobertura cutánea usando trasplantes de piel alo o xenográfica resultando ser métodos efectivos para mejorar la supervivencia del paciente quemado (Cockshott, 1956; Colebrook & undefined, 1950).
Table of contents: Capítulo I. El problema de la investigación. Capítulo II. Marco teórico. Capítulo III. Metodología. Capítulo IV. Análisis e interpretación de resultados. Capítulo V. Conclusiones y recomendaciones. Capítulo VI. La propuesta. Bibliografía.
URI: http://repositorio.ute.edu.ec/handle/123456789/18045
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